Agricultura Orgánica el regreso a casa.

Pepe Merhy

“Los árboles son el esfuerzo interminable de la tierra por hablar al cielo que escucha.”

- Rebindranath Tagore

Han pasado más de 70 años desde que el ingeniero Norman Borlaug, el padre de la Agricultura Moderna, introdujo la Agricultura Tecnificada (AT) a los medios de producción agrícola. 

Avances tecnológicos como el uso de agroquímicos, la biotecnología y el uso de sistemas de riego, contribuyeron en gran parte a la transición demográfica de mediados del Siglo XX. 

En 1943, con el patrocinio de la Fundación Rockefeller y el Gobierno de México, se realizó un programa piloto de transgénesis en semillas de maíz y trigo en el desierto de Sonora en México, optimizando la capacidad productiva de estos cultivos. Gracias a esta contribución se le otorgó el Premio Nobel de la paz en 1970. 

Este programa piloto se convirtió en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) dependiente del Centro de Investigaciones Agrícolas del Noroeste, actualmente Centro de Investigación Regional del Noroeste (CIRNO) programa del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícola y Pecuarias (INIFAP), que a su vez depende de la Secretaría de Agricultura, Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGARPA). 

¡Sí! El uso de semillas con transgénesis comenzó en México y también, el uso de agroquímicos es cotidiano a lo largo de todo el país. 

Al final, la política pública se construyó alrededor de esta tecnificación, los programas sociales y los paquetes tecnológicos implementados para la reactivación del campo, dan por hecho que esa es la forma óptima de producción agrícola.

Sin embargo hoy, 70 años después, la realidad es otra. 

Existe evidencia significativa que vincula la exposición con herbicidas como el gilsolfato con Linfoma No Hodgkin (LNH)1. El uso de este y otros productos es cotidiano en la AT desde hace 70 años. 

El mismo Borlaug murió a causa de LNH debido a la constante exposición a estos agroquímicos.

En mi experiencia, en México, la gente en el campo lo aplica sin el uso de guantes, mascarilla, botas y traje de seguridad. También existe evidencia que puede permanecer en el agua y en suelo hasta 10 años después de su aplicación.

Según un estudio en México, se ha reportado una frecuencia del 16% de LNH en población pediátrica, ocupando el segundo lugar en neoplasias malignas en nuestro país2. Asimismo, según un dato de la OMS, este padecimiento creció un 6% entre 2018 y 2020 en población adulta.

Muchos países desarrollados han prohibido su uso desde la publicación del Código Internacional de Conducta para la Gestión de Plaguicidas de la OMS y la FAO del 2014.3 Su uso es un riesgo para quienes los aplican, las comunidades que habitan en el área de cultivo, el ecosistema y finalmente el consumidor.

Además de esto, estudios de la FAO cuentan con evidencia significativa que el uso de fertilizantes de laboratorios comerciales y la producción de monocultivos, erosionan el suelo y contribuyen a la degradación de la tierra disminuyendo paulatinamente la capacidad productiva del suelo.4

No olvidemos que en México se hizo una reforma agraria, el único patrimonio y recurso de las comunidades ejidales es la tierra y las variedades autóctonas de cada región. Sin embargo, tenemos ya más de 70 años produciendo nuestros alimentos por medio de la AT, la expansión de los monocultivos ha prosperado generacionalmente dando pie a que los agricultores produzcan variedades genéticas estandarizadas por los laboratorios.

La AT desplazó un sistema milenario de producción agroalimentaria construido alrededor de las estaciones, la nutrición del suelo y la integración social por un sistema que enferma a nuestra población, acaba con las variedades autóctonas, erosiona el suelo y daña los ecosistemas. 

Este sistema beneficia en gran medida a laboratorios e instituciones y hace dependiente a las comunidades de sus productos agrícolas.

No es de sorprenderse, que en economías desarrolladas como en Alemania e Inglaterra hubo un resurgimiento de los sistemas de producción agrícola ecológicos como la Agricultura Biodinámica o Agricultura Ecológica u Orgánica propuestas por Rudolf Steiner, Lady Eve Balfour y Sir Albert Howard en 1930.

Al final, estos sistemas se tratan de crear libertad y prosperidad en la producción de nuestros alimentos. 

La Agricultura Orgánica es una filosofía basada en trabajar y vivir en armonía con la naturaleza a través de prácticas sustentables que nos permite proteger los ecosistemas construyendo un futuro próspero para las comunidades, los animales , el planeta y en ultima instancia el consumidor.


¿Cómo asegurarte que un producto es Orgánico?

Como consumidor, la única forma de garantizar la integridad orgánica de un producto es a través de cualquiera de los sellos orgánicos.

Esto significa que el producto ha sido acreditado por una o más de las Instituciones Oficiales de Certificación Orgánica.

En este proceso se evalúan cada uno de los protocolos producción que conforman el producto, desde el campo hasta el producto final. Si el producto cumple con todos los protocolos de producción orgánica, es acreditado oficialmente con el sello orgánico correspondiente.

Ojo: Muchas marcas usan el término Orgánico como estrategia de venta, pero recuerda que si no cuentan con ninguno de los sellos mencionados, no es orgánico, y no hay manera de garantizar la integridad del producto. Es la responsabilidad voluntaria de los productores asegurar la calidad de su producción, apegarse a estas prácticas con el fin de mejorar la calidad y el futuro de la misma.

El consumo consciente abre camino a un futuro justo, solidario y compartido. La agricultura solo tiene futuro si los productores y campesinos pueden tener una vida digna y vivir de su trabajo en armonía con la naturaleza.

Personalmente, creo que los métodos de producción orgánicos no solo deben de ser el presente y el futuro de la producción agrícola, sino ser la nueva norma o estándar de calidad y seguridad alimentaria.

Es momento de retomar las prácticas sustentables de producción alimentaria… Es momento de regresar a casa.

Referencias bibliográficas:

  1. CIBIOGEM. Investigación científica: El herbicida glifosato incrementa en 41% el riesgo de desarrollar linfoma no Hodgkin, 3 de abril 2019.
  2. Peña J. Linfoma de hodgkin: experiencia de 10 años en el Instituto Nacional de Pediatría. México. octubre, 2011.
  3. Lefèvre C. Soil erosion assessment, tools and data: A special issue from the Global Symposium on soil Erosion 2019 .Guest editorial. Pages 333-336, 
  4. OMS. Código Internacional de conductas para la gestión de plaguicidas. Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Roma, 2014.


Pepe Merhy

Pepe Merhy

Industrial, pionero del movimiento de la Agricultura Orgánica en México. CEO y fundador de BIOOM. Creador de marcas como Mayan Sweet y Ceremony Matcha.


@mayansweetstevia

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