Cuando piensas en estrés, seguramente piensas en cosas horribles: dolores de cuello, cabeza y espalda, falta de sueño, problemas cardiovasculares, presión alta… Para algunas personas es más fácil deshacerse de los síntomas que para otras, pero la realidad es que el estrés está en todas partes: por primera vez en décadas, se cree que la esperanza de vida en los países industrializados bajará en vez de subir, y todo debido a una fatal combinación de estrés excesivo y poca actividad física. 

Esto es especialmente terrible si tomamos en cuenta que el estrés es una herramienta que nuestros cuerpos usan para protegernos del peligro. Todos los seres vivos sienten estrés como parte del instinto de supervivencia; cuando se siente amenazado por cualquier razón, tu cuerpo saca energía de donde puede para mantenerte alerta y con la energía para defenderte, originalmente del ataque de algún animal salvaje, por ejemplo, pero ahora, de los comentarios de tu jefe si tu desempeño no es el ideal, o de lo que pasará si olvidas la fecha de pago de tu tarjeta de crédito.

El estrés es, pues, tu sistema nervioso actuando en tu beneficio. Al percibir el peligro, tu cuerpo libera hormonas como la adrenalina y cortisol, que preparan a tu cuerpo a reaccionar a una emergencia: tu corazón late más rápido, tus músculos se contraen, te sientes más alerta. Estos cambios tienen el objetivo de aumentar tu fuerza, tu concentración y tu condición física temporalmente, para permitirte enfrentar el peligro o huir de él. Sin embargo, el problema es que ahora, la mayoría de la gente, sin importar su edad, su ocupación o la manera en que administra su tiempo, siente estrés constantemente. Tu sistema nervioso, tus hormonas, tus músculos, todo está trabajando más de la cuenta y más allá de su capacidad, sin descanso.  

Esto repercute en los demás sistemas: tu estómago produce más ácido, no absorbe tan bien los nutrientes que necesita, no duermes bien (lo que conlleva otra enorme lista de efectos secundarios), te dan náuseas y mareos, e incluso puede afectar tus marcadores genéticos, tu sistema inmunológico y hasta ocasionarte diabetes. El estrés es la enfermedad del siglo XXI porque la mayoría de nuestros problemas actuales se derivan de él. Entonces, ¿qué hacemos contra esta epidemia? La respuesta “general” es también la más trillada: relajarnos. 

Pero si fuera tan fácil, nadie llegaría al hospital por estrés, ¿o sí? Otro problema con el estrés es que suele colarse a tu vida como el sarro: un día no lo ves, y al siguiente te estás bañando con tres gotitas de agua. La solución está en el equilibrio: ya te hemos hablado de las distintas esferas del bienestar (emocional, ambiental, intelectual, emocional, físico, social y espiritual) y de la importancia de crecer en todas ellas; normalmente, el estrés se intensifica cuando una de ellas te absorbe demasiado y te roba tiempo para las demás. 

¡Cambia de aires! Una caminata (aunque sea breve), una reunión con amigos de toda la vida, un rato en el parque con tus hijos, un rato de ejercicio ininterrumpido, unos minutos de meditación, o ¿por qué no? un masaje o tratamiento en The T’ai Spa… tomar un break de lo regular (sin presionarte para tomarlo) permite a tu organismo poner las cosas en perspectiva, descansar de la reacción de emergencia y darte la claridad mental para neutralizar la amenaza que la causó en primer lugar.

Recuerda que por encima del trabajo, de la lista de compras, del regalo para la fiesta y de quedar bien con los suegros o la “amiga” que te juzga, está tu bienestar y el de tu familia. Busca tu equilibrio y corta de raíz el estrés antes de que sea un problema grave; en The T’ai Spa tenemos una gran variedad de tratamientos que te permitirán disfrutar un momento para ti mismo, y en nuestro blog siempre podrás encontrar tips y consejos para sacarle el máximo provecho a cada segundo.

Ahora sí… ¡Relájate!