Últimamente he pensado mucho en el poder de las decisiones, siendo honesta conmigo, mucho tiempo no lo supe… Hace algunos años, siete para ser exacta, inicie la aventura más emocionante de mi vida; alegría desbordada, miedo e inseguridad, eran mis principales amigos en esta nueva etapa: Me convertí en mama! Recuerdo que esa noche no podía dejar de mirar a mi hijo y repetía en mi cabeza una y otra vez la película de lo que había pasado horas antes y lo grandioso que era poder dar vida.
Algo tenía muy claro, mi vida había cambiado por completo.
El camino fue tan maravilloso como aterrador, nunca me había sentido tan insegura, frágil y sensible, fue la etapa que más me cuestione y al mismo tiempo más me exigí (¿Seré buena mama?, ¿Estará comiendo bien mi hijo?, ¿Seré un buen ejemplo? ¿Algún día volveré a dormir igual?, ¿Cómo voy a volver al trabajo?) Después de tantas dudas, decidí dejar de agobiarme tanto y ponerle atención a lo que estaba bajo mi control, haciendo lo mejor que podía conmigo y mi nene, sin obsesionarme y tampoco dejarme, formando mi propia historia, guiándolo con todo mi amor, incluyendo aceptar las renuncias que tuviera que hacer. Si hay algo que me hubiera gustado cambiar de mi maternidad, sería la competencia que tenemos como mujeres.
Es impactante como nos juzgamos por todo, por tener hijos, o por no tenerlos, por trabajar o por no hacerlo, por tener hijos jóvenes, o por no tener esa vocación, por si amamantamos o no, por si somos demasiado permisivos o no lo son. Ha sido un camino muy enriquecedor, me he hecho consiente de las prioridades que quiero en mi vida, me ha liberado de creencias a las que me aferraban y de cierta manera de ataban para tener la vida que quería.
En mi caso, una de ellas, fue el trabajo, y cuando me decidí dejarlo, me di cuenta que era capaz de cambiar el mundo si yo quería. Entendí que era una mujer maravillosa pero que no era la mujer maravilla, y que estaba bien elegir, y que las elecciones tienen un precio, y a veces alto pero vale la pena. Soltemos la idea de hacerlo solas y perfecto, necesitamos de mucho más que intención (o querer ser mamas) para educar, necesitamos de valor y corazón. Miremos nuestros errores sin juzgarlos y seamos valientes para corregirlos.
Tengamos la humildad para escuchar y confiemos aún más en nuestra intuición. Cuidémonos unas a las otras, pero sobre todo respetémonos, dejemos de sentir la presión de la perfección y disfrutemos más el presente, el tiempo pasa y nunca regresaran esos momentos tan mágicos que viviremos a lado de nuestros hijos. Al final, todas somos compañeras de este viaje tan difícil como maravilloso. Hoy gozo este caos que nos sacan lágrimas de amor y carcajadas que llenan el alma.
Johana Solis
Creadora del concepto FreshSpot, concepto de comida rápida y saludable.
Health Coach certificada por Grupo Hábitos, soy mama, esposa y empresaria.
Emprendedora de apostar por lo que creo y confío.Amante de cocinar alimentos con conciencia y disfrutar estar en dinamismo.